El esperado pasaporte de vacunación empieza a tomar forma. La Comisión Europea presentó ayer su propuesta de este documento que incluye nombre, estructura, finalidad y fecha de aplicación. El objetivo es que esté disponible en verano, y a ser posible, a partir de junio.
El documento se denominará certificado verde digital y permitirá probar que su poseedor ha sido vacunado contra la covid, ha pasado un test con resultado negativo o bien que se ha recuperado de esta enfermedad, con lo cual ya dispone de anticuerpos. Su función es facilitar la movilidad básicamente en el interior de la Unión Europea, objetivo que todos los países, pero especialmente los más dependientes del turismo, como España, buscan acelerar al máximo. La aplicación del pasaporte se espera para “antes del verano, quizás en junio”, dijo el comisario de Justicia, Didier Reynders.
El documento tendrá formato digital, pero también será accesible en papel, y se basará en un código QR, que es el que dará acceso a todos los datos y a una firma digital para garantizar su autenticidad. El certificado será gratuito y bilingüe, utilizando el o los idiomas oficiales de cada país, más el inglés.
Este pasaporte certificará la inmunización con cualquiera de las vacunas que hayan sido autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), cuatro en la actualidad con tres más analizándose. Ésta es la obligación general para toda la UE. Más allá, cada estado puede ampliar su aceptación a otro tipo de vacunas que no se comercialicen en el conjunto de la UE, como puede ser la rusa o la china, pero que se utilicen en alguno de los países. Aquí ya se trata de una decisión de cada país.
Con la propuesta de la Comisión Europea encima de la mesa, ahora se necesita una rápida aprobación por parte del Consejo de ministros y el Parlamento para conseguir el gran objetivo, que esté operativo para junio, el momento en que pueda agilizarse la movilidad dentro de la UE. Es lo que espera también el sector turístico para salvar el verano. Para ello, habrá que superar las resistencias de algunos países, Francia especialmente, que temen que su aplicación pueda discriminar a las personas no vacunadas.
La información que contendrá el certificado será la mínima indispensable. En el caso de la vacunación, especificará la vacuna utilizada, el fabricante, el número de dosis y la fecha en que se ha inyectado. Si se trata de un test, el tipo de prueba, la fecha y la hora en que se ha llevado a cabo, el centro donde se ha realizado y el resultado. Y finalmente, cuando se refiera a un certificado de recuperación, se detallará la fecha del resultado positivo del test, el organismo que lo emita, así como las fechas de emisión y de validez.
Uno de los elementos que destacó la CE en su presentación es que este pasaporte no supondrá una precondición para viajar. El certificado puede ayudar, facilitar los desplazamientos, pero no convertirse en una traba para los ciudadanos que no dispongan de él. Además, se especifica que se utilizará solo para facilitar los desplazamientos y la movilidad, no en otras actividades como podrían ser el acceso a teatros o centros culturales.
Por otro lado, el certificado caducará. Está diseñado como una medida para afrontar una situación de urgencia. Cuando la OMS declare que la pandemia ha terminado, el pasaporte perderá sentido y dejará de tener validez.
Quedan aún muchos elementos prácticos por resolver para que el certificado sea operativo, pero muchos de ellos dependerán de los países. Son estos los que tendrán que establecer las formas para certificar que se ha recibido la vacuna, que se ha pasado un test o que se han desarrollado anticuerpos por haber pasado ya la covid.
Otra dificultad logística será también la de incorporar las vacunaciones realizadas en terceros países. De manera inmediata, el sistema será aportar la información requerida para que las autoridades del país correspondiente de la UE la incluyan en el certificado. A medio plazo, se podrá establecer un sistema de reconocimiento entre la UE y países terceros, pero esta opción no llegará a tiempo para este verano.
Por otro lado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha aprovechado la presentación del pasaporte de vacunación, para avisar que la UE será más restrictiva en sus exportaciones de vacunas contra la covid si no observa reciprocidad por parte de terceros países. No ha citado a ningún estado, pero el claro primer destinatario es el Reino Unido.
“Si esta situación no cambia, tendremos que reflexionar sobre cómo hacer que las exportaciones a los países productores de vacunas dependan de su nivel de apertura”, dijo Von der Leyen. También añadió que “queremos entregas fiables de vacunas, queremos ver reciprocidad y proporcionalidad en las exportaciones y estamos preparados para utilizar cualquier instrumento que necesitemos para conseguirlo”.
Una advertencia clara de que la Unión Europea puede restringir la salida de vacunas hacia el Reino Unido. En las últimas seis semanas se ha autorizado la exportación de 10 millones de dosis en dirección a Londres.
Hasta el momento, el mecanismo de supervisión de la exportación de vacunas solo ha bloqueado una partida de AstraZeneca con destino a Australia. Ahora, Von der Leyen apunta que, si el Reino Unido no colabora, puede haber más restricciones.
La presidenta de la Comisión señala que estamos atravesando “la crisis del siglo”, y que por tanto, para hacerle frente hay que considerar todas las opciones para que los europeos sean vacunados lo antes posible.
Una advertencia que acompaña de datos para demostrar que la UE es un gran exportador de vacunas. Desde el 1 de febrero, cuando se puso en marcha el mecanismo de supervisión de las exportaciones, se ha autorizado la salida de 41 millones de dosis a 33 países distintos. En total, ha dado luz verde a 314 solicitudes de exportación y solo se ha frenado una.
Es un aviso al Reino Unido porque desde el principio, detrás de los incumplimientos de AstraZeneca, Bruselas ha sospechado un desvío de la producción hacia las necesidades británicas, aunque sea al precio de dejar sin entregas a los europeos.
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